No es que ya no haya
dolor risa
amargura o llanto
No es que no exista, de pronto,
la fiebre etílica
el desgarro
No es que deje de dar vueltas
el techo mientras todo
sigue girando
y tus dientes se multiplican,
aristas,
cercenando mi carne
No es que no me absorba
el sonido raro de tu pajita
que, por cierto,
-dicen-
mata algunas ballenas
No es que me preocupe yo ahora
en exceso por nada nuevo
y adopte y recicle
cachorros
y bricks bio
Alcánzame el tequila y brindemos
que sin motivo
y con alegría
me río
y me río
No es que la garganta suavicen
los caramelos de menta
y el Frenadol
-la nueva droga-
No es que los músculos descansen
en las horas oscuras
robadas a la fluorescente Vigilia
No es que halle al fin la paz
más allá de mis fronteras de piel
No es que existan finales
ni principios
de nada
cuando acaba un año,
-desengañémonos-
No es que se despeje ninguna equis minúscula
y aun así definitiva
Es
simplemente
que todo eso
ya
no pesa.
Eso es algo.
Y nada en particular.