Confesiones- VI

Me pasa que no digiero.

Como en un desagüe en el que el agua borbotea en remolinos indecisos hasta que se cuela a regañadientes. A veces tengo que regar el bolo incipiente con un trago y hacer fuerza hacia abajo. Glup. Podría morir ahogada en cualquier momento, lo pienso a menudo: en el vagón-cafetería del tren, mientras zampo el sándwich mixto y el buenorro de las dilataciones me mira -bajito, pero más alto que yo, mazado, pero no culturista- y yo me mezo adelante y atrás, jugueteando, echando vistazos al reloj y deseando que no faltaran quince minutos para llegar a destino. Los baños del tren son tan buen lugar para follar como cualquiera. Tienen un orificio en el váter que transporta los desechos a las vías. Y si no es así, yo quiero seguir imaginándolo. Así. Exactamente así.

Antes de morir ahogada con un sándwich mixto -bikini, lo llaman, en época estival-, prefiero eso otro. Pegarme a la vida.

x

El líquido sí, eso sí pasa.

—Tanqueray limón,

digo,

como antes decía

—Ron cola,

o

—Malibú con piña.

Y chupitos. ¡Otra ronda de Jägger! Y yo de eso no tomo, gracias, mientras las luces me ciegan y un vaso cae al suelo y casi lo hago yo, pero me cogen, me cogen en brazos y se estrella la copa, por mi culpa el vidrio se ha roto; yo no lo recuerdo, lo cuentan al día siguiente entre más líquido,

—Cerveza,

y unos pitos.

Yo, más bien,

—Thunderbitch,

creo que se dice así, pero hubo una temporada en que pedía Tanquerade. Como el Gatorade. Bebidas energéticas.

x

De esta forma las cosas se quedan bien pegaditas. Y dejo de ver sus ojos borrosos, encuadrados en una cara distinta. Es la misma, pero ha cambiado. Se abren, se cierran. Parpadeamos, atónitos. Nos miramos, no dejamos de hacerlo, pero la verdad es que sí. Besamos los ojos, las lágrimas, los párpados. Todo ha cambiado, lo sabemos. Estamos cómodos ahí, o no. Y yo, como siempre, me despido a cada segundo.

Me voy. Adiós.

Levanto la mano mientras me alejo. Espero que la palma enseñe las marcas de mi vida, la del amor, la de la muerte, y yo me alejo. La panorámica es el pelo que vuelve al rubio clareado por el sol, un rubio oxidado, y mi culo. Lo primero que salió al mundo. Lo último que se va de los sitios.

x

Nadie viene.

No se oyen voces y nadie me tironea de la manga.

Esto no es una jodida película.

No hay polvos en los baños de Renfe, ni muerte por atragantamiento con bikini en movimiento.

No hay polvos ni hay muertes. Solo un aviso, una reminiscencia, un eco de ambas, amenazante. Una sombra inescrutable mientras todo se aleja. Los ojos solían ser un ancla, ahora son arenas movedizas. No me agarro al paisaje.

x

Nadie viene, pero sí que lo hacen.

Esto es una jodida película, pero de las buenas.

No las de Hollywood, no, las buenas. Las de autor. Las europeas. Las subtituladas.

Vienen las villanas cargadas de razones, cargadas de ojos nuevos. No espero que nadie entienda ya nada, porque ellas lo hacen. Si ellas lo hacen, algún día lo haré yo.

x

Yo me salgo al sol como la vieja del solárium en tetas y me tuesto. Las tetas. Me las quemo.

La próxima vez usaré FPS 50.

Lo hago.

Sonrío. Mucho.

Aún estoy borracha, vale. Hace sol y lo siento todo -Tanqueray/de limón, ron cola, Malibú con piña, Jägger y Thunderbitch; pero también eso otro. El cielo azul, sin una nube. Ah, sí, una. Pasajera. Blanca. Deja que pase-.

No, la vida no es una jodida película. Pero sí que lo es. Todo depende. De qué depende, Jarabe de Palo. De los palos que quieras llevarte. Son opcionales, a veces. Casi siempre.

Masticaré más lento -lo juro-.

Fantasearé menos con hombres medio corpulentos.

Seguiré bebiendo para que todo dé vueltas y yo me ría así de alto, con esa carcajada de hiena que tanta vergüenza y tanto orgullo me causan al día siguiente, cuando comentamos la jugada -cerveza-, cuando vemos los vídeos, cuando nos narramos las anécdotas que de otro modo siempre olvidaríamos.

 

 

1 Comment

  1. Vaya historia… la he leído con la tranquilidad de la noche que vive por estos lares. Me ha gustado la frase: «No, la vida no es una jodida película. Pero sí que lo es.» – Creo que buscaré el resto de confesiones para aprender a viajar en un mundo que aún desconozco.

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