Inmaculada,
me dejaron,
y no se habla del uno sin el otro
y no puedo lanzarlo directo
y hay que dar rodeo y lo cuento
lo narro a quien tenga ganas y ojos
[carraspeo
Un ratín de tiempo y ganas, solo ganas
ganas de escuchar y ganas de quedarse
ganas de romper el ansia inmaculada.
¡Inmaculada!
Las vírgenes y algunas prostitutas
que venden el ánimo y no sus cachas.
Inmaculada,
me dejaron,
en el cuerpo y en el alma.
La rozaron sin querer queriendo
pretendiendo ir sin saber dónde pisaban
en la ficción perpetua del truhán que sabe
Sabedores de las huellas y sufrientes en esencia
Muy ocupados de qué para calcular colaterales
Muy ensimismados en algo para reparar en más
Muy angustiados de luto para habitar la vida
que se les escapa cuando giran hacia allá
sin querer mirarse acá en los espejos
Si no quieren ellos, te cuento a ti pues, las verdades,
y es que sí, prefieren susurrarse
mentiras al oído.
Mentiras entre otras: te quiero, te quiero
y te quiero ya
y por favor no te evapores
y gracias por existir
a veces, to’ lo más,
quizá un abrazo de carne y hueso,
ni eso.
Ay el listón leve de la virgen inmaculada
de la dolorosa que más critico, a la que menos rezo.
No me queda otra: cagarme en la puta,
la puta que fui, la que he sido, de las feas,
no de las que gozan y se pudren en el infierno, no,
de las pardillas.
¡La cándida, como los hongos!,
saliendo por esporas de los rincones.
Mujeres inteligentes, puteadas vivas
con el coño purificado por la culpa, os digo:
Soltad amarras de los unos, de los otros
Que demuestren que sois dos y uno y no os lo cuenten,
Contadlo vosotras a las amigas como yo os lo cuento y reíos,
Reíos de todo este percal aunque a veces duela
y jamás
jamás
Os enamoréis de una quimera
No hagáis rimas fáciles, os suplico, por mí,
cabeza alta, a vosotras os lo cuento,
lo digo a vuestros ojos lectores
no a los que no, bien os digo,
no os esforcéis más que con vosotras,
que inmaculada cándida y puta pardilla, todo junto,
solo debe haber una
y esa
–he sido-
yo.