Toma el desvío.
El desvío que conduce
de tu realidad meridiana
en el paralelo veintiséis
a mi niña bonita en la calle
de Santa con el nombre
que al final no me dio mi madre.
Toma el desvío, pienso
en zarandearte a que vengas
a inducirte a que huelas
mis flores silvestres helechos
a que veas los potos que tapan
casi casi la puerta de entrada.
Solo media
media hora
[ya ni medias,
con la calorra
entre tu vida tediosa
y mis piernas de secretos.
Un desvío. Qué es eso.
Nada, para casi todos.
Tú no eres casi nadie.
Toma el desvío y ven
a escuchar las tórtolas.
Te enseñaré con el dedo estirado
estos palacios y sus mazmorras.
Toma el desvío, gritaría
si no temiera romper el silencio
irisado temple del estío
que me abriga los pies en calcetines.
Estoy a punto
y como siempre
no lo digo.
Toma el desvío, lo suelto.
Y olvido
que tú no sabes conducir.