Prosa y verso.
—Eso qué es,
preguntó el chiquillo
con timidez airosa.
En su mirada me flotaban
perdidas
todas las cosas.
Un peinado cenicero le coronaba
la coronilla rala
presto para sacudir la ceniza:
a mi cigarro apremiaba.
Circunspecta miré alrededor
con erudición de parábola:
—Mira –y verás-, aquellos dos
que se mecen en el agua
él pega la cabeza al pecho
generoso de ella como un ancla
lo muerde y saborea
están solos en esta playa.
¿Lo ves?,
—Lo veo.
—Ahora imagina
que suena de fondo C. Tangana.
Dice cosas como
yo bailo quietesito mamá
voy pa tu Insta a ver qué sale
con ese culo no se vale; canta.
Pues C. Tangana es prosa, chiquillo.
Pero cuando los sudores
se mezclan con las ganas
los cuerpos viven la prosa
y se despiertan sus mañas.
Entonces, chiquillo,
esos dos cualquieras
se convierten en verso.