«Una palabra sin traducción que se refiere al sentimiento de
extrañar un lugar en el que nunca se ha estado.
Designa la nostalgia por aquello que está lejos
y que anhelamos conocer»
Hasta allá fuimos
con el rastro
del azúcar glas
que no compartiste
con el rastro
etílico en vena
latiendo fuerte
Recorrí
los diez pasos
hacia tu baile
solitario y tú solo
viniste al abrazo
Reímos
aunque había
motivos de sobra
para llorar
Recorrí
los diez centímetros
y me fundí.
Me fundí con el mar.
Soy mitad sirena, ¿sabes?
Nuestra morada era
una oquedad.
Daba la sombra.
Un poco de sombra,
un poco de luz.
Un poco de mí,
un poco de ti.
Fundidos
con el mar.
Un nosotros. Sí.
Fuimos
hasta allá.
Hasta la morada
en nuestra ciudad.
Se llamaba,
[ah, sí
se llamaba Fernweh.
Tu rostro estaba
esculpido en piedra viva
todo luz mitad sombra
un abrazo infinito
Hubo
poemas incompletos
arena en mi sexo
y un fundirse
fundirnos
en el mar.
Ni una duda.
La roca.
Y el mar.
Quedamos
fosilizados en Fernweh
que de pronto
perdió su título y se convirtió
solo en nosotros.
En la verdad inaferrable
inservible de cimiento
ni ola
ni bandera
ni nada más que eso
el viaje
del náufrago
y un nosotros
pleno.
Tres horas
duró
lo que dura una vida.
No sé
si me salen las cuentas.
Se me ha olvidado
cómo sumar.
Quiero dejar
tus mapas
porque no quiero ir
a otro lugar.
Me quedaré
a vivir
en Fernweh
en nuestra cueva
viviremos juntos
una versión de nosotros
que dejaba las caretas
y se atrevía
a medias
de luz y sombra
a escribir verdades
en las pieles.
Sin mapas
para no perderse.
Allí me quedo
contigo
para siempre
fundidos
en nosotros
con el mar.
Pero ahora
me crecerán las piernas
que siempre tuve
y echaré a caminar.
Aprendí de memoria
órgano a órgano
mientras te observaba
dormitar.
No necesito fotos
ni recuerdos.